Durante todo el siglo XVII y parte del siguiente, la toponimia holandes es respetada por los cartografos de todo el mundo.
Ni Iglaterra habia aceptado, hasta mucho despues, los informes del cronista de la expedición inglesa de John Davis, llamado John Jane.
En principio, en ningun registro de testificacion del viaje figura la firma del cronista, protagonista casi principal en ellos. Algunos autores señalan que Jane no viajó en la expedición de Davis, y que su relato fue compuesto al regreso a través de los miembros de la tripulación. Otros sostienen que las caracteristicas apuntadas en el cuaderno no corresponden a las propias de las Islas Malvinas.
Con respecto a Hawkins, sus relatos tambien carecen de veracidad, pero existe algo mucho más grave en contra de la catadura de este filibustero inglés. Dos compatriotas suyos, Burney y Chambers, desvirtúan completamente la identificación de las islas por Hawkins que, para colmo de males, a su regreso fue condenado a muerte sin haber trascendido los motivos. El rey Felipe II, a último momento, también sin mayores explicaciones, lo perdona y libera.
Y en 1690, un navegante inglés, John Strong, atraviesa el 28 de enero el canal que separa las dos islas (hoy llamadas Gran Malvina y Soledad) y en memoria de su protector, Lord Falkland, lo denomina (al canal) con el nombre de Falkland Sound.
Los mismo ingleses, con la clásica caracteristics de apoderamiento imperialist, extienden ese nombre a la isla occidental para, posteriormente, denomina así a todas las islas del archipielago.