Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre de 2009, Gran Bretaña logró que nuestras Islas Malvinas formaran parte de la región ultraperiferica de la Union Europea. Así los 27 miembros de la Unión Europea se hicieron complices y garantes de la usurpación británica de la Islas Malvinas. Gran Bretaña consiguió de esa forma europeizar la ocupacion de Malvinas.
Por lógica consecuencia, la única estrategia posible para la Argentina, a partir de ese momento, consistió y consiste en latinoamericanizar y suramericanizar el tema Malvinas, para que las Repúplicas de América Latina se conviertan en activas protagonistas del proceso de recuperación de la soberanía Argentina sobre las Islas del Atlántico Sur.
Resultan más que alentadores, en ese sentido, las palabras pronunciadas en febrero de 2010 por el entonces presidente de Brasil, Lula Da Silva, quien en tono categórico afirmó: No es posible que la Argentina no se adueñe de Malvinas y que el contrario, lo haga un país que está a 14.000 kilómetros de distancia de las Islas. ¿Cuál es la razón geográfica, politica y economica por la cual Inglaterra está en Malvinas? ¿Cuál es la explicación politica de las Naciones Unidas para que no hayan tomado una decisión?
Es necesario que empecemos a luchar para que el secretario general de las Naciones Unidas reabra ese debate con mucha fuerza. Sin dudas, durante esa Cumbre de la Unidad América Latina y el Caribe en la que Lula Da Silva hizo esas declaraciones, la Argentina ha dado un paso importante, para latinoamericanizar y suramericanizar su reivindicación de Malvinas, consiguiendo que todos los países hermanos de América Latina condenen la usurpación Británica y su intento de apropiarse de la riqueza petrolera malvinense.
Sin embargo, es preciso pasar, de forma inmediata, de la solidaridad declarativa a la solidaridad efectiva. Pasar de las palabras a los hechos. Para la Argentina resulta imprescindible elevar los costos de la ocupación Británica de Malvinas y dificultar todas las actividades económicas que los ingleses decidan emprender en el archipiélago o en sus aguas adyacentes.
Este es el objetivo táctico que debe guiar, como principio absoluto de acción, la politica Argentina respecto de Malvinas. Hasta ahora, Gran Bretaña ha disfrutado de un cómodo statu quo. La Argentina debe bajar el tono de las declaraciones y pasar a hablar con la contundencia de los hechos. Es, en ese sentido, que la Argentina necesita del apoyo efectivo de todas las repúblicas de América Latina pero, fundamentalmente, de tres de ellas: Brasil, Uruguay y Chile.
Evidentemente la Argentina no puede, dada la relación de fuerzas, impedir la explotación petrolera en el archipiélago malvinense de parte de Gran Bretaña, pero puede, contando con la solidaridad efectiva y no solo declarativa de Brasil, Uruguay y Chile, hacerla muy difícil en términos técnicos y económicamente muy costosa.
El caso Malvinas es la gran oportunidad para que Brasil demuestre cuánto valen sus palabras y para que Chile borre la infamia que comentiera la dictadura militar de Augusto Pinochet Ugarte cuando, en plena Guerra de Malvinas, suministró apoyo logístico a las fuerzas navales y aéreas Británicas. Apoyo que contribuyó a la muerte de cientos de soldados Argentinos. Malvinas es la prueba de fuego de Unasur.