22 abr 2015

La Iglesia III

Con el siguiente fragmento del libro de Altamira, seguimos pintando la vida religiosa en nuestras Malvinas. El relato nos situa en el año 1782, cuando la isla es gobernada por el teniente de fragata Jacinto Mariano Altolaguirre que, como recordamos, fue el primer gobernador criollo de las islas. Expresa Altamira:

"Al año siguiente, cuando el P. Muñoz se retiro de puerto Soledad, aquella escena volvio a repetirse en Buenos Aires. Santiago Miño, cuya eleccion para la capellania vio confirmarse en el nombramiento expedido el 19 de noviembre, no acepto el cargo.
Y en el mismo dia el P. Pedro Olivera fue destinado a el.
"Para entonces ¿cual era la funcion que prestaba el antiguo embarcadero de Boungainville? El archipielago, en la imaginacion de los delicuentes, adonde estos iban a para sin indulgencia, presentabase con contornos mas dramaticos aun que en la relacion del jesuita Falkner y en la carta del franciscano Villanueva.
"Tan amargo debia ser su solo recuerdo, que las autoridades españolas traian su nombre para amenzar a este o aquel otro sujeto desaprensivo. Al intervenir el Procurador Sindico de Buenos Aires en el establecimiento del estanco de tabaco y de otros ramos de la Real Hacienda, el 12 de marzo de 1779 Dn. Jose de Galvez, desde El Pardo, hizo reconvenir durante por ello a Dn. Bernardo Sancho de Larre. Ordeno al ayuntamiento advirtiese a este funcionario "que por pura conmiseracion no toma S. M., desde luego con el, la providencia bien merecida  de ponerle por algunos años en las Malvinas, pero que autoriza a V.S. para que lo haga si reincidiese en semejantes excesos."
"Mas volvamos a nuestros capellanes mercedarios. Olivera debio de mantenerse bestantes meses en puerto Soledad, pues solo en 1784 fue menester pensar en su reemplazante. Esta vez, el 18 de octubre, nombrose a fray Andres Barbachano. Nos place ubicar al religioso, con su habito blanco, entre los oficiales y reos de las Sanson y Patos. Y suponerne aterido por el frio que arranco del Jeremias americano, fray Sebastian Villanueva, conmevedoras lamentaciones.
"En 1786 se impuso de nuevo la necesidad de escoger un capellan para el presidio: el 12 de enero se designo al P. Miguel Posadas, que debio regresar en seguida en el supuesto de haber ido, y el 14 de noviembre, al P. Laureano Sanchez, de efimera actuacion, asimismo, en el archipielago magallanico.
"A Sanchez le sucedio en el empleo fray Juan Lopez -el 12 de diciembre de 1787- y a Lopez, el mercedario Pablo Canio, cuyo nombramiento se extendio el 28 de julio de 1788.ª