Carlos III comprende la gravedad de la situacion ante los hechos consumados. Con la posibilidad de que, en caso de no considerarse desagraviada, Inglaterra declare la guerra.
Y si bien el monarca español no es partidario de ella, el alto sentido del honor y el de la Conorona le impedira ceder ante cualquier contigencia que atente contra los soberanos derechos que le asisten a España.
En la instancia, la Corte se divide en dos grupos: uno propugna evitar el conflicto; el otro -cuya cabeza visible es el ministro conde de Aranda- asume una posicion dura y aconseja no ceder a ninguna pretension inglesa, aun a costa de la guerra.
Con tal fin recomienda acudir a Francia, a fin de rescatar su cooperacion que contempla el Pacto de Familia.
Asi, en suelo europeo comenzara la sucesion de negociaciones, encaminadas a zanjar el conflicto hispano-ingles, que diera lugar al desalojo de Puerto Egmont.
Para los españoles, el objetivo de las tratativas sera no negociar su soberania sobre el archipielago. Incluso, como se verá, al precio de reconocer de imprudente la accion de Bucarelli, quien habia embarcado meses atras rumbo a España en la fragata "Santa Rosa", dejando en el cargo de Gobernador a don Juan José de Vértiz. Este, a la sazón, seguía en el cargo.