Por Román Lejtman : Allí aparece Leopoldo Fortunato Galtieri , vociferando un discurso que sacudió a la Plaza de Mayo . Otras imágenes, exclusivas, inéditas. No se trata, simplemente, de una lectura política de la historia sino que además la historia se puede ver y rebobinar: la gente gritando, protestando el 30 de marzo de 1982, y después, arrastrada por el inconsciente colectivo y la acción psicológica, cantando el Himno Nacional y gritando ¡Viva la Patria! .
En 1981, antes de la aventura militar en el Atlántico Sur, Galtieri llega a la Casa Rosada sucediendo a Roberto Viola, que meses atrás había reemplazado a Jorge Rafael Videla, que marchó a los cuarteles de invierno porque su ministro José Alfredo Martínez de Hoz aplicó una receta que hizo añicos a la economía nacional.
Este documental de La Guerra de Malvinas muestra la compleja sucesión de intrigas políticas, de rostros crispados, envueltos en un profundo mesianismo que marcó el paso del desfile militar: Este es el punto de inflexión . A través de ellas se puede observar la invasión a Malvinas, la sonrisa de los soldados y la inocencia que los llevará a la muerte . Estaban solos, al borde del abismo, conducidos por una dictadura que había decidido fugar hacia delante.
Enfrente aparece Margaret Thatcher, respaldada por la Casa Blanca, que en esa época estaba ocupada por el presidente republicano Ronald Reagan. Las imágenes del documental llegaron desde Londres y Washington, son exclusivas y exhiben a la primera ministra como era: letal, pragmática, capaz de hacer acuerdos con Augusto Pinochet y de ordenar el hundimiento del crucero General Belgrano, aunque estuviera navegando fuera de la zona de exclusión. La ofensiva británica, documentada con material fílmico europeo, lastima el alma y revela la profundidad ordenada por Galtieri.
Los soldados ingleses tienen el respaldo de los Estados Unidos y la dictadura chilena. Después, el final. Se libra el combate en Puerto Argentino, y la muerte que sobrevuela las trincheras argentinas. El video demuestra la desproporción entre las ambiciones de la dictadura militar y el ajustado profesionalismo de las tropas inglesas. Al Ejército Argentino se le traban los cañones, los soldados no pueden caminar porque tienen los pies congelados y los planes de defensa exhiben la falta de coordinación entrelas Fuerzas Armadas.
Las fuerzas británicas, en cambio, tienen una estrategia de combate, y un armamento ajustado al escenario del conflicto. El desenlace era cuestión de tiempo. Y de una decisión política que ya se había asumido en Washington y en el Vaticano. Mientras las tropas se preparaban para el asalto final, Galtieri recibe a Juan Pablo II en Buenos Aires, que había llegado para negociar la rendición argentina. El Papa cumple su objetivo, y la imagen quedará grabada para siempre: mientras se despide en Ezeiza, con un discurso acorde a las circunstancias, aparece detrás de él, en un segundo plano y vestido de negro, el general Galtieri.
En cualquier pueblo o ciudad de la Argentina hay alguna pared que recuerda que la Malvinas son argentinas |
Al final, el general Reynaldo Bignone acuerda una retirada ordenada con Raúl Alfonsín, que asume como presidente el 10 de diciembre de 1983. Murieron cientos de soldados, los responsables de la derrota fueron indultados por Carlos Menem y las Islas Malvinas aún continúan en poder de Inglaterra.