16 jun 2015

Viaje de John Davis

Los fructiferos cruceros de Drake en el Mar del Sur, suscitaron imitadores. Las colonias españolas, con sus galeones cargados de metales preciosos, iban a constituir, durante mas de un siglo, la accidentada carrera de los ardidos aventureros ingleses: corsarios en tiempo de guerra con España, piratas en tiempo de paz, lobos de mar siempre, cuyos manotones fundaron -es raro decirlo- la grandeza naval de su patria; hasta que, establecido este imperio, los ultimos heroes del filibusterismo vieron terminar en la horca sus meritos, en adelante desconocidos. Estos eran mejor apreciados en las postrimerias del reinado de Elisabeth; y el primer viaje de Thomas Cavendish recuerda dignamente, por la importancia del pillaje en Inglaterra, la mas gloriosas piraterias del ilustre Drake. El seguno viaje de Cavendish al Mar del Sur, en 1591, fue menos dichoso. Antes de dejar alli sus huesos, lo que sin duda introdujo la mas enojosa variante en su programa, se habia visto traicionado y abandonado en Puerto Deseado, en la costa de la Patagonia, por John Davis, su mejor teniente, que fue a correr mar por su cuenta. Cierta aventura de este ultimo toca al caso presente.
La segunda expedicion, de Cavendish, se componia de tres navios propiamente dichos y de dos barcas; los dos mas grandes eran el Leicester y el Desire, comandados respectivamente por el "almirante" Cavendish y el "Contralmirante" John Davis, conocido ya, si no celebre, por el descubrimiento del estrecho que lleva su nombre. Ambos, almirante y contralmirante eran piratas intrepidos que no hacian ningun distingo entre los galeones españoles -a los que atacaban por estar en guerra- y los establecimientos privados del litoral, a los que saqueaban o quemaban sin piedad. La escuadra, partida de Plymouth el 26 de agosto de 1591, arribo al Brasil tres meses despues. Por haberse retardado saqueando la costa, sobre todo en Santos y en San Vicente, que fueron incendiados, los ingleses no emprendieron el pasaje del Estrecho de Magallanes antes de abril de 1592. No llegaron a travesarlo; molestados por el mal tiempo y los vientos occidentales, les fue preciso retroceder hacia el brasil. Los navios dispersos debian volver a encontrarse en Puerto Deseado,
El navio Desire y la pinaza Black quedaron en alta mar, mientras las otras acudian a la cita. El 20 de mayo, despues de algunos dias de espera, Cavendish siguio su ruta hacia el norte y fue solo entonces cuando Davias aparecio y hallo, como deseaba, el lugar vacio. Habia hecho una jugada. Cavendish, mas tarde, lo declaro digno de la horca.
Bajo pretexto de esperar la vuelta del "general", Davis desembarco en Puerto Deseado y no regreso hasta el 6 de agosto, despues de haber hecho provision de focas y pinguinos salados. Su proposito declarado, que debia realizar en parte, era ejecutar la empresa que le habia fallado a Cavendish y atravesar solo el estrecho para desollar a su gusto las poblaciones del Mar del Sur. Pero su caso nos parece turbio, por haber sido el Desire propiedad privada de Cavendish. Para tratar de ponerse en regla, hizo redactar y firmar a todos los presentes, incluso el mismo y sin exceptuar a los grumetes, un largo y lastimoso memorial donde explicaba a los grumetes, un largo y lastimoso memorial donde explicaba y deploraba las circunstancias que habian causado the lossing of their General. En esta lista, pues, de cuarenta undersigned -¡la cuenta de Ali Baba!- iniciada con el nombre de John Davis, falta el de John Jane, el autor mismo del relato, que habla todo el tiempo en primera persona como testigo presencial y actor.
Sea como fuerte, eso habria ocurrido segun la relacion de Jane, algunos dias despues de haber partido de Puerto Deseado, el 14 de agosto de 1502, fecha en que Davis habria descubierto las Malvinas. El 9 de desencadeno del oeste una tempestad tan furiosa, que oblig a huir al Desire por impedirle el mal velamen hacer frente. "El 14, cuenta Jan, fuimos echados entre ciertas islas nunca descubiertas antes, de las que ningun relato conocido hace mencion; yacen a cincuenta leguas mas o menos de la costa, al noroeste del estrecho..." Y el narrador agrega, llevandonos el mismo a la desconfianza, que habiendo cesado de pronto el viento del oeste y virado al este, pudieron dirigirse hacia el estrecho; tan bien que, embocada la primera garganta, el 19 de agosto, con este navio averiado y esta pinaza que no era mas que una ruina, habian alcanzado y doblado el cabo Froward el dia 21. ¡Esta es, verdaderamente, la proeza mas asombrosa -o la mentira mas ingenua- de que los anales de viaje hagan mentira mas ingenua- de que los anales de viaje hagan mencion!
Esta fabula absurda no es la unica del relato. Sin analizar mas, lo que hemos mostrado basta para caracterizarlo: tenemos alli un documento fabricado, falsificado, elaborado a posteriori por alguien -Jane o algun otro- que no habia participado del viaje y que ha trabajado sobre notas o atento al dictado de Davis. No tenemos que recordar los extravios de imaginacion, mentiras o errores de estos viajeros que, "procedentes de lejos", han poblado el oceano de tierras e islas fantasticas, desde las de San Brandan hasta las Pepus, de Cowley, las cuales nos vuelven a nuestro tema. En realidad se trataba de algo mas que de inocentes amplificaciones. Davis habia abandonado la conserva, apropiandose de un navio y una pinaza de Cavendish: aun para este tiempo y este medio de costumbres elasticas, eso era algo mas que un pecadillo. Hemos visto la declaracion colectiva y firmada, por la cual el "desertor" presentaba su defensa y preparaba su reincorporacion. El sabia, por otra parte, que nada paliaria su fuga como el poderla excusar con algun descubrimiento interesante, hecho en el corazon mismo de las posesiones españolas. Se ha dicho que la expectativa crea su objeto... Es ella, quiza, la que hizo surgir de la mar brumosa estas "islas desconocidas"... Por la distancia y la situacion se parecerian, mas que a las Falklands, a esas imaginarias Pepys que el sabio Halley, segun su propio descubridor, situaba hacia los 47º de latitud, frente a Puerto Deseado, esas que los mapas de aquel tiempo han dibujado y descrito con sus ensenadas y sus montañas, y cuya existencia irreal ha sido tan tenaz que el excelente Angelis, en 1839, esforzabase aun en prolongarla con documentos y cartas probatorias.
Despues de eso, nada se opone a que John Davis, mientras su navio era arrastrado por la tempestad, haya entrevisto en el horizonte algunas manchas un poco mas sombrias que la bruma circundante, que eran o le parecion ser islas, tanto mas "desconocidas" cuanto el mismo no las conocio. No las nombro, no se aproximo, no fijo la mas vaga latitud, contentandose con situarlas, con referencia a la costa y al estrecho, segun coordenadas tan inciertas que en su interseccion no se halla nada mas que el oceano. Se convendra, tal vez, en que esta vision fugitiva constituye un titulo de propiedad, y aun de prioridad, insuficiente. Sin embargo, tal como nos aparece, es tenido, segun opinion de los mejores jueces, por mas serio y mas solido -y con esto decimos todo- que el de Sir Richard Hawkins, quien viene inmediatamente despues en el desfile de descubridores a distancia.