5 jun 2015

El ataque ingles a Puerto Soledad

En si, la medida era bastante plausible, y se sabe que las florecientes colonias australianas no tienen otro origen. Mas evidentemente, la primera condicion de exito era que los guardianes fuesen guardados. Insuficientemente vigilados o quiza demasiado maltratados, se amotinaron conducidos por un sargento negro y asesinaron al mayor Mestivier. El comandante de la Sarandi, do Jose Maria Pinedo, a la cabeza de sus hombres ayudados por algunos balleneros franceses, estaba ocupado en capturar a estos bandidos que se habian diseminado en la isla, cuando la entrada en el puerto de la corbeta Clio, ostentando pablellon ingles, lo sorprendio en tan triste tarea . Se sorprende, sin dificultad, que este estado de la administracion colonial no era propio para realzar su prestigio. El comandante Pinedo no dejo de enviar, inmediatamente, al comandante ingles, dos oficiales portadores de sus cumplidos y sus ofrecimientos de servicios. El comandante Onslow, muy correcto, agradecio, anunciando que consideraba un deber la retribucion, sin tardanza, de la cortesia. Subio, en efecto, el mismo dia, a bordo de la Sarandi, llevando estos aguinaldos (1 de enero de 1833): tenia orden de tomar posesion de las islas Falkland, en nombre de Su Majestad Britanica y de enarbolar alli el pablellon ingles; concedia al comandante Pinedo, por consiguiente, veinticuatro horas para arriar la bandera argentina y preparar el embarco de la guarnicion, con armar y bagajes, en el navio que la llevaria a Buenos Aires...
Es inutil pintar la impresion de los oficiales argentinos; no insistimos sobre una situacion vuelta mas penosa todavia por la triste labor en que la llegada de los ingleses los habia sorprendido. A los inutiles protestas de Pinedo, Onslow, cortes -frio y pulido como un hielo- se limito a responder, yendose, que tendria el honor de transmitir sus instrucciones por escrito al dia siguiente. El comandante Pinedo recibio, en efecto, la nota que sigue:
"A bordo de la Corbeta de S.M.B. Clio.
                                                                                                        Berkeley Sound, 2 de enero de 1833.

Debo informarnos que he recibido ordenes de S.E. el Comandante en Jefe de las fuerzas navales de S.M.B., fondeadas en America del Sur, para hacer efectivo el derecho de soberania de S.M.B. sobre las islas Falkland. Siendo mi intencion izar mañana el pabellon de la Gran Bretaña en el territorio, os pedido tengais a bien arriar el vuestro y retirar vuestras fuerzas con todos los objetos pertenecientes a vuestro gobierno.
Soy, señor, vuesto muy humilde y muy obediente servidor.
                                           
                                                                                                                           J.F. ONSLOW

A.S.E. el Comandante de las fuerzas de Buenos Aires en Puerto Luis, Berkely Sound".

La desproporcion de las fuerzas era tal, que toda resistencia seria, puediendo costar la vida a un solo hombre, hubiese sido una locura, acaso culpable. La bandera argentina, que Pinedo rehuso tocar, fue remitida a bordo de la Sarandi por un oficial ingles y, el 3 de enero, el comandante de la Clio tomo posesion de Puerto Soledad con las ceremonias ordinarias. El 5, la Sarandi volvio para encaminarse a Buenos Aires donde arribo el 15. Por su parte, la corbeta inglesa no prolongo su estadia. No teniendo otras ordenes, el comandante de la Clio se hizo a vela sin dejar autoridades en Puerto Luis, despues haber confiado la custodia de la bandera al irlandes Dickson.
Hemos visto que el capitan Fitzroy, que visito la Soledad dos meses despues, comprobaba destruccion del establecimiento por la tripulacion de la Lexington. Cuando volvio a pasar, a su regreso de Montevideo en agosto del mismo año, Brisbane, Dickson, Simon y otros dos colonos, el uno aleman y el otro frances, habia sido asesinados por los bandidos de la isla y solo con gran dificultad los destacamentos del Beagle llegaron, despues de semanas de lucha, a dominar a estos babaros feroces en los que hicieron justicia. Darwin habla con horror "de esta poblacion  de rebeldes y asesinos" y extendiendo a la tierra la aversion que la inspiran los habitantes, agrega amargamente "por otra parte, el teatro es digno de las escenas que alli pasan".
La reflexion carece de filosofia. Era necesario comparar estas escenas salvajes con las del home de Vernet, del que el oficial amigo de Fitzroy nos ha dejado un bosquejo encantador, y decir: "¡He aqui lo que han ganado los habitantes de las Falklands, y por largos años, con la intervencion violenta y sucesiva de dos naciones que se atribuyen una jerarquia superior entre las potencias civilizadas!".