Las posiciones de los integrantes del comando, en un radio de 300 metros en torno al avion y de los infantes de marina, a 100 metros de alli, continuaron sin alteracion. A primera hora de la tarde llego al aparato un sacerdote catolico, el padre Rodolfo Roel, que hablaba castellano e ingles, quien converso con los miembros del comando y obtuvo de estos la autorizacion para que pasajeros tripulantes puedieran ser trasladados hasta la ciudad, donde se les prestaria asistencia. Asi se hizo, siendo llevados todos ellos, incluidos 4 niños, hasta dependencias de la iglesia catolica y luego alojados en casa particulares. Para entonces, la noticia de lo sucedido se habia propalado al mundo entero y por la radio de la isla las autoridades britanicas informaban a la poblacion, aunque calificando a los visitantes como "invasores fascistas".
El tiempo comenzo a desmejorar y en las primeras horas de la tarde empezo a llover, descendiendo la temperatura hasta cero grado. Cerca de 100 hombres armados ingleses vigilaban, de lejos, a los 18 integrantes del comando; estos; reteniendo siempre a los policias apresados, optaron por introducirse en la maquina donde estarian mas abrigados, turnandose de ados centinelas afuera, bien abrigados. Una densa neblina, caracteristica de las islas en esa epoca del año, rodeo la zona, apenas atravesada por los reflectores instalados por los britanicos alrededor del avion. A las 4.30 fueron despertados por los gritos del comisario de a bordo, Carlos Ferrari, quien habia llegado hasta el aparato custodiado por un piquete armado.
Ferrari era portador de una nota del gobernador local, en castellano e ingles, en la que les informaba que estaban cercados y que no intentaran salir del avion, pues serian muertos, les aconsejaba rendirse. La constestacion fue negativa, pero solicitaron atencion medica para uno de los miembros del comando. Edelmiro Navarro, de 27 años, que fue trasladado hasta el hospital e internado alli. El frio era, a esa hora, bastante intenso, sentido con mayor rigor por los comandos ya que la noche anterior solo habian cenado tres galletitas y un poco de cafe. Los rehenes, en cambio, habian recibido abundante comida, que los comandos les entregaron sin tocarla. La mañana del jueves 29 transcurrio tranquila, aunque los jovenes sitiados, mortificados por el hambre, el frio y la tension nerviosa, empezaban a sentir los efectos de la larga vigilia.
A las 10, entretanto, los pasajeros y tripulantes eran reunidos en el salon de actos de la iglesia catolica Santa Maria, donde el gobernador Geadell les hablo, ofreciendo llevarlos en el vapor "Darwin" hasta Montevideo y facilitarles una suma de dinero a cada uno, que luego reclamaria al gobierno argentino. Tambien les dijo que podian cambiar pesos argentinos por libras isleñas para compar lo que quisieran en la poblacion. A continuacion los invito con cafe y bizcochos...
Poco despues de las 15, el padre Roel llego hasta la maquina para convencer a los comandos que debian entregarse. Un par de horas llevaron las negociaciones, yendo y viviendo varias veces el sacerdote entre el avion y la casa del gobernador. Finalmente se convino en que los 18 militantes entregarian sus armas al comandante de la aeronave, Ernesto Fernandez Garcia y marcharian hasta la iglesia catolica, donde se alojarian hasta que se definiera su situacion. Luego de una breve y emocionante ceremonia, en la que se arrio las banderas, que fueron guardadas por los comandos entre sus ropas, se efectivizo el acuerdo. A la caida de la tarde estaban alojados en el salon de actos de la iglesia catolica.