La investidura del comandante Vernet no habia tenido la virtud de cortar por lo sano el merodeo maritimo y terrestre. Ni ordenes ni amenazas impedian en modo algunos, a los barcos pesqueros, afluir a las costas de las pequeñas o grandes Malvinas. Vernet se decidio a proceder con rigor. Con algunos dias de intervalo (agosto de 1831) capturo las tres embarcaciones americanas, Breakwater, Harriet y Superior, que hacian cargamento en Puerto Salvador, al nordeste de Soledad; la flotilla, por otra parte , desde larga data frecuentaba estos parajes, y la reincidencia estaba ampliamente establecida. Habiendo conseguido la goleta Breakwater escaparse y ganar su puerto de partida, Vernet tenia que dictaminar sobre la suerte de las otras dos y, de golpe, aparecio el inconveniente de su dobre oficio. Bajo el funcionario desperto el comerciante; Vernet colgo su uniforme, y entro en arrenglos con los capitanes de los barcos capturados.
Segun cierto contrato incluido en el proceso, entre los capitanes Davison y Congar de una parte y don Luis Vernet, director de la Colonia Soledad de otra, habria sido convenido que solo la Harriet, munida de los papeles de la Superior, iria a Buenos Aires para permanecer alli ante el Tribunal de Presas, mientras la Superior, capitaneada por Congar, iri a pescar focas al sur, a medidas con el mencionado Vernet... Este acuerdo entre el gendarme y el cazador furtivo, bajo el sello del juramento y con la retractacion estipulada, nos parece a la distancia un poco extraño. No hay que juzgar las cosas de entonces en "Antarctide", como harian hoy en londres o, aun tal vez, Buenos Aires, sino considerar el tiempo, el lugar, el medio; el fin, esas extrañas industrias maritimas que confinaban con el fraude y el contrabando. No se nos oculta, por otra parte, que con Davison, Congar, Trumbull y compinches, el gobernador Vernet se hallaba en compañia un tanto mezclada. Es preciso creer que este hamburgues temerario, con doble naturalizacion: yanqui y argentina, habia visto mucho mas. Pero dejemos hablar a los hechos, mas elocuentes que los discursos.